Los hombres son unos mentirosos, eso dicen algunas mujeres. Han creado canciones para ellos, les han dicho sus verdades en poemas también. Pobres hombres.
Pero mientras estoy en la dulce espera.... en la dulce espera de mis muebles nuevos, de mi boca salió la frase famosa: es un mentiroso. Ya estaba criticándo al vendedor por no cumplir su palabra y traer los muebles en la fecha indicada.
Qué fácilmente ponemos nuestra confianza en las palabras de hombres, seres humanos falibles, que pueden equivocarse. Qué fácil podemos criticar y refunfuñar. Al finy al cabo la empresa no es de él, él sólo es el vendedor.
Y así como yo pongo mi confianza en el vendedor, diariamente confiamos y descansamos en personas. El esposo, la esposa, los hijos, los amigos, los primos, los parientes, los compañeros, el casero, la vecina, etc. Y siempre esperando que no nos fallen, que no nos hieran, que no nos hagan mal, que demuestren que nos quieren, que nos respeten, que nos amen.
Pero quienes son ellos? No son sólo personas? Humanos comunes y corrientes? Falibles al 100%, vulnerables al pecado, al error, a la equivocación. Frágiles como un vaso de cristal.
Cuando nos hieren, gritamos, murmuramos, lloramos, maldecimos, nos quejamos. Y cuando herimos? Nunca heriste? Nunca dejaste de cumplir tu palabra? Siempre fuiste fiel? Amaste sin fingir? Perdonaste y olvidaste?
Tratar de sacar la paja del ojo ajeno, mientras tenemos un tronco en nuestro ojo, es de sinverguenzas, de aquellos que se creen más que otros, aquellos que no han reconocido que son hombres, seres humanos. Que un dia están y al otro ya no, que un día salieron del polvo y al polvo volverán.
Que rápido olvidamos que nuestra vida es corta, que somos hombres y mujeres falibles, que necesitamos a Dios dia a día, y también el poner toda nuestra confianza y esperanza sólo en El.
En quién estás confiando? Dónde están tus esperanzas? Cuida bien de no ponerlas en el lugar incorrecto. Confía en Dios, El no falla, El no te hiere, El no te saca la vuelta, El cumple sus promesas, El es Dios.
Así dice el Señor:
«¡Maldito el *hombre que confía en el hombre!
¡Maldito el que se apoya en su propia fuerza
y aparta su corazón del Señor!
6 Será como una zarza en el desierto:
no se dará cuenta cuando llegue el bien.
Morará en la sequedad del desierto,
en tierras de sal, donde nadie habita.
¡Maldito el que se apoya en su propia fuerza
y aparta su corazón del Señor!
6 Será como una zarza en el desierto:
no se dará cuenta cuando llegue el bien.
Morará en la sequedad del desierto,
en tierras de sal, donde nadie habita.
7 »Bendito el hombre que confía en el Señor,
y pone su confianza en él.
8 Será como un árbol plantado junto al agua,
que extiende sus raíces hacia la corriente;
no teme que llegue el calor,
y sus hojas están siempre verdes.
En época de sequía no se angustia,
y nunca deja de dar fruto.»
y pone su confianza en él.
8 Será como un árbol plantado junto al agua,
que extiende sus raíces hacia la corriente;
no teme que llegue el calor,
y sus hojas están siempre verdes.
En época de sequía no se angustia,
y nunca deja de dar fruto.»
Jeremías 17:5-8
14 comentarios :
Buenísimo Jenny!!
Me encantó.
Deberíamos ser mas concientes de que los demás son tan humanos como nosotros, pero insistimos en demandar una perfección que nosotros no damos!
Un abrazo :)
Ay Beatriz Dios tiene que enseñarnos tanto! y recordarnos cosas que nodeberíamos olvidar nunca un abrazo para ti tb!
Tienes toda la razón. No se puede pedir que los humanos imperfectos tengamos perfección en alguna cosa, hasta el propio Apóstol Pablo dijo que el hacia el mal que no quiería y sin proponérselo.
Solo nos queda confiar en Dios, porque Él es Perfecto y es el único que puede limar al máximo auqellas imperfecciones que aún tengamos.
Saludos y Bendiciones!
Eso es cierto Fernando! Muy de acuerdo contigo!
Siempre he pensado que el problema son nuestras expectativas, lo cual está de acuerdo con lo que dices Jenny. Esperamos de los demas, algo que no pueden dar, perfección. Actuamos y nos movemos confiando en que todos van a hacer lo correcto y no nos van a herir. Por eso cuando ocurre, reaccionamos como ya lo has dicho, nos quejamos, lloramos, nos amargamos y muchas veces nos cuesta trabajo perdonar. Pero, quien nos enseñó que los demas nunca nos iban a fallar? Por lo menos Dios no lo hizo. Son nuestras expectativas. Y como alguién escribió también, no podemos esperar algo de otros que nosotros mismos no podemos ofrecer, perfección.
Saludos.
Me encanto este texto Jenny. tan real que no debemos olvidar que sin Dios somos nada, y me hace meditar mucho en verme a mi primero antes de levantarme y mirar al otro.
Espero no muy lejos te animes a escribir un libro.
¡Buen artículo!
No se puede ver nás claro que cuando miramos a nuestros políticos -jeje
J.C. Tantas lecciones que aprendemos en el camino!! hay que recordarlas de vez en cuando, somos muy olvidadizos! Menos mal que EL nos las recuerda
Hola Daniel, gracias. Por cierto el nuevo logo esta muy bueno! Saludos!
Charo!!! un libro? me pides mucho!! mas bien yo espero el tuyo :)
La verdad uno sólo se da cuenta de sus errores (mentiras) cuando es demasiado tarde. Y eso sí que duele.
Queda la experiencia para enseñarnos a no volverlos a cometer.
Cierto Renzo!
Mi querida Jenny, excelente post. Muy cierto lo que dices. No cabe duda que somos humanos, no importa el género, y como tales, traemos la semilla de Adán ¡sigh!
Gracias a Dios por su palabra que nos explica todo y a su Espíritu que nos redarguye para buscar la perfección de Cristo.
Un fuerte abrazo.
Isa! si Gracias a su Palabra y a su Espiritu!!!!! gracias
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