La paternidad, un gran reto

Foto subida por Jenny

Uno de los mayores desafíos que enfrentamos los padres hoy es formar a los hijos en una familia en la que la organización jerárquica es muy distinta a aquella en que crecimos. Los días en que los niños le obedecían a los adultos por el sólo hecho de ser mayores "en edad, dignidad y gobierno" quedaron atrás. Hoy reina la democracia que pregona la igualdad, y por ello la estructura de mando en la sociedad -- y por ende en la familia --ya no es de superiores a inferiores sino de igual a igual. Esto significa que hoy debemos ganarnos la autoridad, no sólo porque ser personas dignas de admiración y respeto, sino por ser las más autorizadas e idóneas en la formación de nuestros hijos.


Si bien todo esto es una ventaja para los hijos, para los papás su crianza constituye un desafío mucho mayor. Este cambo hacia la igualdad, sumado a que estamos frente a unos hijos más poderosos y beligerantes, hace que los menores se crean iguales (o a menudo superiores) a los mayores. No cabe duda que los niños hoy son más despiertos, saben más y se expresan mejor de lo que lo hicimos nosotros a su edad.

De tal manera que, como muchos padres sienten que ya no tienen ningún dominio sobre sus hijos, tratan de ganárselos poniéndose a su mismo nivel para convencerlos "por las buenas" de que sigan sus instrucciones. En el intento de acercarse más a los niños se están igualando a ellos, al punto de que muchos ya no parecen sus papás sino sus hermanos ligeramente mayores.


Lo grave es que los niños de hoy ya no "tragan entero" y no se dejan conducir por quienes ven que están tan perdidos como ellos. Así, no sólo se están quedando sin modelos a seguir sino también sin quién les establezca los parámetros de lo que deben y no deben hacer.
Los hijos nos tienen que admirar para poder influir en ellos en un mundo en tinieblas cuando más precisan de la guía de sus mayores. Para eso tenemos que ser y parecer personas cuya forma de pensar, lucir y actuar mueva a los hijos seguir nuestras recomendaciones porque nos respetan profundamente y quieren ser como nosotros. Y la única forma es teniendo la sensatez y estabilidad que nos haga merecedores de su admiración.
Debido a que a los niños les está tocando crecer en un mundo en tinieblas, en el que reina el cambio y la confusión, la paternidad es un reto más difícil que nos exige revaluarnos para estar seguros de que somos adultos dignos de ser considerados como tales por nuestra integridad y sabiduría. Hoy más que nunca los hijos precisan de padres que no estén empequeñecidos por su inmadurez y sean como luces incipientes colocadas a ras de tierra, incapaces de mostrarles hacia a dónde van en el camino de la vida.

Tenemos que tener la entereza necesaria para ser como faros colocados en lo alto de manera que nuestra madurez ilumine la totalidad de su sendero y les permita andar seguros hacia la cumbre de su propia madurez.
Por Angela Marulanda

Aún cuando amo, sufro

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Rom 5:8

Mientras amo, hago cosas que no imaginé hacer. Mi concepto de amor se ha profundizado, ha crecido, se ha expandido. El conocimiento de que es amor, lo tenemos todos, unos más claro que otros, pero lo que vale es como ponemos en práctica ese conocimiento adquirido. Mientras tanto yo practico y aprendo.

No sólo me refiero al amor entre parejas o matrimonios. No sólo se aman los esposos, nos amamos entre amigos, entre familia, entre hermanos.

Pensaba que si amaba no tendría porque haber dolor, pero duele cuando debes ser sincero y verdadero con aquel que amas, sin importar cuán duro pueda ser esto, ya sea para mostrarle lo que está mal, para decirle lo que sientes, lo que piensas, etc...

Pensaba que si amaba no tendría porque decepcionarme, pero nada puede decepcionarme más, que aquel a quien ames no valore, ni le interese ese amor y todo lo que trae consigo.



Pensaba que si amaba no tendría porque sufrir, pero cada día sufro más por aquellos a los que amo, sobre todo por aquellos que están pasando pruebas, tribulaciones y necesidades.
También sufro por aquellos que han vuelto su mirada atrás, dejando a aquel que salvó sus vidas, a Cristo, por amor a lo efímero, a lo del momento.



Nunca había sufrido tanto por amar. Pero seguiré amando, no porque me guste el dolor, sino porque Jesús amó hasta el fin, hasta dar su vida y valió la pena. Quiero ser como El. Por mi parte, seguiré amando y también seguiré aprendiendo.

El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante; no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido; no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser...Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. 1 Corintios 13