¿Qué es importante, lo que se les dice a los hijos o lo que en realidad son los padres? El ejemplo de los padres, lo que los hijos ven en ellos diariamente, es lo que vale mucho más que las palabras. Hay un refrán que dice: “Lo que haces habla tan fuerte que no oigo lo que dices”.
Muy pocos son los padres que están conscientes de que su actitud y conducta impresionan la mente de sus hijos de una manera poderosa y perdurable. La disciplina se necesita demostrar con hechos, pues no sólo consiste en repetir proverbios. Dar instrucciones puede ocupar sólo unos minutos al día, pero disciplinar por medio del ejemplo es un proceso continuo. Es muy importante enseñar la Palabra de Dios a nuestros hijos, pero es más importante aún demostrar la Palabra de Dios en nuestra vida diaria.
La disciplina indirecta enfatiza la influencia silenciosa del ejemplo de los padres en la vida de sus hijos. Un modelo bíblico de una influencia positiva por medio del ejemplo lo encontramos en Ana y su hijo Samuel. Ana era una mujer de oración (I Samuel 2:1-10); tenía gran fe en Dios (I Samuel 1:18); era una mujer de gran dedicación (I Samuel 1:11); era honesta (I Samuel 1:27,28). Todas estas cualidades en el carácter de Ana, fe, oración, amor, dedicación y honestidad, fueron la influencia callada que ejercía su vida sobre su hijo. Su ejemplo jugó un papel muy importante en el desarrollo del carácter espiritual de Samuel. Si estudiamos detenidamente la vida de él descubriremos las mismas cualidades que observamos en Ana.
Los niños son lo que son sus padres. De ellos aprenden por medio de su vida religiosa y espiritual durante las veinticuatro horas del día y los siete días de la semana. Es cierto que muchos niños de hogares inconversos que se convierten, incluso hay hijos que se vuelven más fuertes espiritualmente que sus padres, pero lo corriente es que los niños de hogares cristianos aprenden todas las doctrinas fundamentales de la Palabra de Dios por medio de la vida y el ejemplo de sus padres.
La fe que descansa en Cristo en vez de apoyarse en buenas obras, no puede pasar inadvertida por los hijos. Las palabras de gratitud y alabanza al Señor y las veces que se piden perdón son escuchadas por los niños. El ejemplo del padre y la madre dependiendo de Dios es demostrado por medio de la oración y el estudio de la Biblia. Los himnos y versículos que oyen de labios de sus padres y todo lo que escuchan y observan en ellos, enseña mucho en forma silenciosa en cuanto a la salvación por medio de la fe en Cristo. Los niños saben que el Espíritu Santo mora en el corazón porque ven el fruto de amor, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.
Al preguntarle a un joven qué traducción de la Biblia prefería, contestó: “Yo prefiero la de mi madre”. Ella ha traducido la Biblia al lenguaje de la vida diaria. Nunca he encontrado porciones oscuras en su versión. Cuando leo otras versiones, es la de mi madre la que siempre esclarece mi problema.
Los padres deben demostrar a sus hijos que los aman y es bueno que no sólo lo demuestren con hechos, sino que de vez en cuando se los digan con palabras. Muchos niños se dan cuenta que se suplen sus necesidades físicas o materiales, pero no se hace con amor.
Si en el hogar los padres juegan con sus hijos, toman en cuenta sus deseos e intereses, hacen planes juntos, van a la iglesia como familia, tienen un tiempo devocional y de adoración en el cual los niños toman parte activa, allí habrá bendición y felicidad. Allí los niños aprenderán a orar y leer la Palabra de Dios. Si padres e hijos trabajan juntos en el hogar, si no muestran preferencias por ciertos hijos, en ese hogar los niños estarán aprendiendo muchos hábitos buenos y su ambiente será de paz y felicidad.
Recuerden que la paciencia, bondad, mansedumbre, templanza y fe serán igualmente aprendidos. Las influencias silenciosas que nutrirán y desarrollarán el carácter del niño en el Señor son el fruto del Espíritu Santo en la vida diaria de los padres cristianos. Cuan atractivo será Cristo para aquellos hijos, porque es Él quien ha dado ese espíritu de amor, gozo y paz a su hogar.
Escrito por Elizabeth Cuevas - www.institutoalma.org foto: Cristo Redentor-Bolivia
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