Paciencia

La paciencia! cuantos la hemos pedido porque la hemos perdido! Para poder ser padres eficaces necesitamos tenerla. Aún siento que me falta tanto! Trato de hablar con mis hijos, darles las instrucciones, explicarles, pero zuácate!!!! algo aparece por ahí y pierdo lo que menos deseo... la paciencia. A causa de eso nos hacemos hígado y renegamos, nos fastidiamos, nuestro espíritu se ve afectado, nuestras relaciones también. Pero que mejor manera de entrar en razón, que comparar la relación de nuestro Padre Celestial con nosotros, sus hijos. Cuando pienso en eso lo que pueden hacer mis hijos se vuelve insignificante.

Se imaginan la historia del hijo pródigo si fuéramos ese padre? Muchos de nosotros diríamos: pero qué pasó con el dinero? mira tu ropa toda sucia y maloliente, ni siquiera te haz bañado, cómo es posible que me hagas esto, yo que cuido de tí, te doy comida y así me pagas? (suena a telenovela pero es real) Si Dios fuera como nosotros sería un cascarabias!!! Gracias Señor que no eres como nosotros!!! Dios tiene tanto amor y paciencia, El nos muestra su amor siempre. Así como el padre con el hijo en esa parábola. Si pudiéramos aprender de él, seríamos tan diferentes! No les ha pasado que reniegan por la desobediencia de los hijos, y después ves la cocina y esta sucia, encuentras que el dormitorio está desordenado, el baño está salpicado con jabón por todos lados, todo se ve mal, empezamos a quejarnos. Dejamos que la rabia, cólera, el mal humor, la carne, salga de nosotros y tome el control. De pronto somos nosotros los hijos que debemos recurrir a nuestro Padre y pedirle perdón, pedirle ayuda, y qué recibimos de El? Otra vez muchachita! siempre lo mismo! ya te he enseñado mil veces que eso no se hace! toma! toma esto! y esto!.. Para nada!



Hebreos 4:14-16, Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Se compadece de nuestras debilidades, Señor ayúdame a ser como tú! Recuerdan la frase, cuando seas grande y te vayas de esta casa tú verás como haces las cosas, tú criarás a tus hijos como quieras, pero mientras estes en esta casa las cosas se harán como yo digo y punto! Ahora estamos en esa situación y créeme no siempre sabremos como hacer las cosas, ni como criar a nuestros hijos. Es en esos momentos cuando nos damos cuenta que nuestro único refugio es el Señor, nuestro Padre. Podemos ir a El y decirle, no se como enseñarles sin perder la paciencia, pero tú si sabes como, ayúdame, dame más amor por mis hijos, ayúdame a verlos como tú los ves, a apreciar aquello que haces en sus vidas, a disfrutar de sus ocurrencias, a entenderlos, a escucharlos, que entienda que mi labor como padre o madre es tan importante, que lo que haga o deje de hacer dejará un sello, una marca en su vida para siempre. Nos vamos a equivocar como padres, vamos a fallar, nos vamos a dar duros golpes, pero si reconocemos nuestros errores y pecados y podemos acercarnos a Dios en libertad con un corazón sincero y dispuestos a recibir de El, estoy segura, que El responderá y nos dará la salida, nos dará dirección.

2 Corintios 4:16-18, Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.

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