El Hogar Cristiano es una Escuela

El hogar cristiano es una escuela donde se imparten clases diarias sobre ética cristiana y vida santa. El libro de texto es la Biblia. El gran Maestro es el Espíritu Santo. El Huésped invitado es el Señor Jesús.


Cuando leemos la Palabra de Dios nos damos cuenta muy luego del inmenso valor que Dios mismo ha puesto sobre el hogar en lo que se refiere a las responsabilidades y posibilidades para la formación de criaturas de fe ardiente y vida piadosa (Deuteronomio 6:5-7; Salmo 78:4-7).


Al estudiar al pueblo judío no podemos dejar de admirar la importancia que ellos le dan en sus vidas a la educación religiosa, contribuyendo ésta a la prosperidad y permanencia de este pueblo. Josefo, un historiador judío, dijo de su pueblo: “Nuestro cuidado principal es el de educar a nuestros hijos, y lo consideraremos el negocio más importante de nuestra vida doméstica”. La educación judía se dirigía conforme a lo que ahora llamamos el plan intensivo. El hogar, la escuela y la iglesia se reforzaban uno a otro. Estos tres cooperando juntos intensificaban y perfeccionaban el entrenamiento religioso. Hoy existen el hogar, la escuela y la iglesia, pero no hay cooperación entre ellos para desarrollar el programa de la educación religiosa.


La educación judía comenzaba con la madre. Sus deberes religiosos en relación con el hogar modelaban el carácter de sus hijos. Mucho antes de que el niño pudiera asistir a la escuela o a la sinagoga, las oraciones particulares y en familia y las ceremonias domésticas, fueran los sábados o de las fiestas religiosas, se grababan indeleblemente en su mente. Sentado en el regazo de su madre, el niñito aprendía las historias de patriarcas, profetas, estadistas, guerreros, poetas, príncipes y patriotas. Las mujeres de todos los países bien pueden aprender de las madres de Israel en cuanto a la enseñanza de sus hijos.


Durante los años más formativos de la vida, del nacimiento a los seis años, la madre es la compañera constante del niño, y casi su única maestra. De ella adquiere las enseñanzas para la formación de su yo espiritual y moral. La presencia misma y el ejemplo de una madre ejerce constantemente una influencia elevadora y estimulante. La delincuencia juvenil sigue a la ignorancia o la negligencia de una madre durante los días de la niñez en los cuales se forman los hábitos y las costumbres. Debido al carácter permanente de las primeras impresiones, la contribución de una madre se multiplica con interés compuesto. La influencia de una madre es de gran alcance no sólo sobre el individuo, sino sobre la nación. Verdaderamente, “La mano que mece la cuna rige al mundo”; y una buena madre es de más importancia que el conquistador de un reino.


El padre comparte con la madre una responsabilidad igual por el ambiente del hogar. Él representa de manera especial el punto de vista masculino. Por su contacto con el exterior, él es más capaz de dar a conocer a los niños el contenido de la sociedad, mientras que la madre explica mejor las relaciones personales. En una familia bien ordenada, el padre es como una corte de apelaciones. A él se le concede cierta autoridad y cierta calidad heroica que la madre le atribuye en la presencia de los niños. Mientras que la influencia de la madre es más marcada durante la niñez, la del padre es más grande en el período de la adolescencia.


Cualquier padre que tenga una idea correcta de la función de la familia y una apreciación adecuada de las posibilidades que encierra su hijo, hará del hogar el centro de su programa y subordinará a él todos los otros intereses. Hasta que haya un reconocimiento general de que el hogar es la universidad más importante del mundo, y los padres sus más grandes maestros, no será posible estimar en su valor justo el medio ambiente que amolde los años de la niñez.


Los padres son maestros, conscientes o inconscientemente, están siempre enseñando a sus hijos por medio de las palabras y los hechos en su vida personal. No hay otra influencia que sea tan poderosa y permanente como la de los padres. Las ideas y actitudes de los niños son casi enteramente adquiridas en el medio ambiente del hogar. Los padres forman ese medio ambiente del hogar, y éste contribuye en gran parte a moldear el carácter del niño. La instrucción religiosa en el hogar es de gran importancia. Los padres cristianos necesitan darse cuenta que es ésta una de sus responsabilidades más importante.

Escrito por Elizabeth Cuevas
Foto de Arkansas ShutterBug by Creative Commons

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