Cuando la ira domina


Ayer escuchaba terribles noticias sobre dos casos de niños maltratados por sus padres. Esto trajo a mi memoria el Seminario/Consulta al que asistí este año acerca de "Niñez y Buen trato" organizado por el Movimiento Cristiano Juntos por la Niñez donde diferentes instituciones a favor de la niñez y ministerio cristianos aportaron al tema. No podía escapar el tema de la disciplina basada en los principios bíblicos, el expositor advirtió que les habían recomendado no tocar el tema por las controversias que se generan, pero lo analizaron y lo hicieron. Me agradó la participación del Pastor Alex Chiang, quien expuso tres posiciones u opiniones que se toman en este tema. Transcribo la posición 2 que es a la que más me inclino.


El castigo físico es permitido por Dios pero sólo debe ser usado por los padres de manera excepcional en la crianza de sus hijos. Existen tantas formas eficaces y positivas de disciplina que el castigo corporal debe tomarse innecesario.

"Procuren no hacerlo. Si lo hacen, nunca deben lastimar al menor. Jamás lo hagan con cólera. El uso de la "vara" bíblica no implica lastimar, ni dañar, ni es el único medio de corregir. Procuren no usar la mano, pues con ella acarician y alimentan. Además recuerden que hay una diferencia entre castigar y disciplinar"



Tomado del libro"Disciplina con amor, orientación práctica para padres y madres. Publicado por IINDEF.


Las dos situaciones que generan estos casos son situaciones comunes que se repiten en miles de hogares. Un niño que falta al colegio por irse a pasear, y una niña pierde el celular de su mamá. El problema aquí es la forma de corrección o disciplina a los niños. Pero no les ha pasado que cuando un hijo se porta mal o hace lo contrario a la orden dada por nosotros, de pronto un volcán dentro de los padres se enciende (sobre todo si las desobediencias y malacrianzas se repiten constantemente) y quiere estallar. En el caso de estos padres se dejaron llevar por la ira, el enojo, la gritería, y sus palabras y acciones no pudieron ser controladas, afectando a los niños enormemente y dejando cicatrices y marcas en sus corazones para siempre.

Cuando nos encontramos en esa situación como padres cristianos debemos aplicar la Palabra de Dios primero en nosotros mismos, Efesios 4:31, Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería, maledicencia, y toda malicia. (Ayúdame Señor) Muchas veces castigamos o corregimos más por nosotros mismos que por enseñar a nuestros hijos. A que me refiero? Pensamos en nosotros, porque muchas veces es más importante lo que los demás piensan de nosotros como padres, si somos buenos, si tenemos hijos obedientes, si no son malcriados, si son educados. Lastimosamente muchos dicen a sus hijos a la hora de corregirles: me estas dejando mal delante de tal y tal!!, no te voy a sacar más a pasear porque todos me miran mal, por tu culpa es esto y lo otro, y muchos etcéteras. Nos centramos en nosotros, y no estamos corrigiendo o enseñando o instruyendo o disciplinando por amor a nuestros hijos, sino por amor a nosotros mismos, triste realidad que muchos tenemos que reconocer. Por eso no podemos ser efectivos en la disciplina y lanzamos correazos o manotazos a diestra y a siniestra y no obtenemos resultados.

Mi mami me contó una vez cuando yo era pequeña (ya se.. uuuuffff) yo iba delante de ella saltando y jugueteando por la vereda (yo me recordaba una lady.. que raro) y ella me llamó la atención diciendo: Jenny!! camina como señorita!! (yo ni tenía 6 años) Un señor mayor con apariencia de abuelo pasaba justo al lado de ella, y le dijo: como señorita? como niña! Mi mami se quedó muda, este sabio señor tenía razón. A veces nos olvidamos que los niños son niños, porque estamos pensando en nosotros, en nuestra reputación, etc. Y cuando ellos meten la pata con una desobediencia no podemos dominar la ira, porque estamos pensando en nosotros mismos.
Quizás es tiempo de cambiar el enfoque. Que Dios nos guarde de no llegar a casos como los comentados aquí. Señor dame sabiduría.

Efesios 1:5, Y si alguno tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.

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